Como ya sabemos, actualmente los currículum se basan en la enseñanza-aprendizaje basado en las competencias, con lo que las propuestas que llevemos a cabo en el aula deberían ir en línea con este contexto. Pero, ¿cómo hacerlo? ¿De qué manera se plantean las actividades desde un enfoque basado en las competencias?
Existen infinitas posibilidades que dependen de cada circunstancia personal y, especialmente, de las características de cada grupo clase. De todos modos, hay algunas ideas de base que deberíamos seguir para intentar garantizar que lo que planteamos va a promover el desarrollo de las competencias. Para mí, algunas de las más importantes son estas:

1Como ya comentamos en el post anterior, las actividades siempre deben relacionarse con el contexto real y cercano de los niñxs. ¿Por qué? Pues porque así sentirán que lo que aprenden es más útil, más significativo. Esto lo tenemos limitado muchas veces por las programaciones anuales, pero si tenemos la oportunidad, lo ideal sería que los proyectos surgieran del propio interés de los chicos y chicas. Esto implica que los contenidos no están separados por bloques o “materias”, sino que nuestra realidad es poliédrica -por eso no tiene mucho sentido dividir el horario escolar en asignaturas independientes.
2Han de seguir una secuencia lógica, ya que la construcción de conocimientos es un proceso progresivo. Básicamente, debemos pensar en unas actividades iniciales que sirvan como introducción del tema a tratar y otras para movilizar sus conocimientos previos, ya que, a diferencia de algunos enfoques, los niños y niñas no son tabulas rasas. A través de un andamiaje, iremos introduciendo los contenidos nuevos, que irán conectando con los que ya tenían previamente gracias a las tareas que les planteemos. Por último, deberán usar para algo esos nuevos contenidos (por ejemplo para crear un producto que resuelva la situación que les hayamos planteado). En útlima instancia, podemos hacer algunas actividades para asegurarnos de que los contenidos han sido consolidados.


3Como decía en el post anterior, desarrollar competencias implica distintos tipos de conocimientos. Por un lado, es necesario introducir conceptos, como por ejemplo “densidad”, “fotosíntesis” o “ciclo del agua”, es decir, términos que tienen un significado que hay que entender para aprenderlo. Además de conceptos, tenemos que tener en cuenta los hechos y datos, que serían los más memorísticos, como la “fecha de inicio de la Segunda Guerra Mundial” o “los ríos de España”. Su aprendizaje, a priori, es más sencillo porque solo hace falta memorizarlos, pero son igual de importantes que los demás. En tercer lugar debemos considerar los procedimientos, como la resolución de una suma o la redacción de un cuento, cuyo aprendizaje se lleva a cabo con la propia práctica. Por último, y no menos importante, las actitudes. Este es un aspecto, para mí, transversal, que se trabaja día a día de manera inconsciente. Aún así, podemos plantear dinámicas como debates o juegos de rol, donde se manifiesten las actitudes que queremos potenciar o, por el contrario, modificar.
Además de estas cosas, habría muchas otras que considerar, pero no quiero teneros leyendo aquí hasta pasado mañana. Si os interesa, podemos hacer otro post que continúe.
Después de esta chapa teórica, voy a intentar reflejarlo con un ejemplo de actividad competencial a modo de esquema:

Para acabar, os dejo un documento del Departament d’Ensenyament con un montón de indicadores que os servirán para evaluar si vuestro proyecto es competencial o no. Echadle un vistazo y ponéos a prueba, y poco a poco iréis puliendo aquellos aspectos que tengáis que mejorar 💪🏼
¡Espero que os haya parecido interesante!
Hasta la próxima 💛
Stef